Refranes--MARIA ISABEL ORDOÑEZ

Mala Compañía

                Mi mamá siempre me decía el famoso refrán “Hija, tu sabes que quien se junta con lobos a aullar aprende” pero yo nunca le hice caso, me parecía que exageraba. Y en ese tiempo conocí a Ana, ella era nueva en el colegio y poco a poco nos hicimos amigos, a mi mamá nunca le cayó muy bien Ana, a mi si pues era muy buena gente. Luego de que ya llevábamos mucho tiempo siendo amigas, yo me enteré que ella tenía lo que se podía contar como un ´problema´, ese problema se llamaba heroína, aunque solo tenía 14 años ya llevaba mucho tiempo en ellas, a pesar de eso a mí me caía bien. Mi mamá no se cansaba de repetirme “Dime con quién andas y te diré quién eres” una y otra vez, pues ella me repetía unas mil veces que su ´sexto sentido´ le decía que Ana me llevaría a algo malo, y yo como siempre no le hacía caso. Mi mamá me decía que yo no me debía juntar con ella, que yo era una niña bonita, inteligente, con un lindo pelo castaño y que merecía otro tipo de amigas que por supuesto son mejores

            El viernes 25 de Agosto era la fiesta de María José y yo estaba muy emocionada ya que las fiestas me encantan y la pasábamos siempre increíble. Ana no era mucho del tipo fiestera pero la convencí de ir, ella iba vestida un poco simplona para mi gusto, con un bolsito cruzado, jeans y una camiseta azul. Yo en cambio fui con un vestido y mis zapatillas favoritas, incluso fui a la peluquería a plancharme el pelo pues me quería ver bonita, Juan iba a estar ahí, eso me hacía nerviosa y emocionada a la vez. Yo llevé mi celular y mi lip-gloss y le pedí a Ana que me lo guarde en su bolso pero no me dejó ni acercarme. Traté de no pararle bola a eso, pero se me hacía raro. En la fiesta estaban mis otras amigas Camila, Romina y Nicole, a las cuales tampoco les caía bien Ana. Se podía decir que yo era la única amiga de Ana.  Al principio de la fiesta estaba bailando emocionadamente y luego Carla, una niña de mi clase, me dijo que había encontrado a Ana en el baño con gente mayor que nunca había visto y estaban haciendo algo raro. Cuando llegué al baño no solo encontré a Ana, encontré a una niña de mi clase, y niños mayores inhalando droga. A lo que entré vi a Ana casi tirada en el piso.

“¿Ana?” dije tirando de su brazo “Vámonos de aquí”

Ella se soltó de mi brazo “No, Vale, ellos me dan esto gratis, solo les tengo que donar de mi sangre,” me dijo sonriendo con cara de perdida señalando una funda con un polvo que reconocí como droga, solo no sabía cuál, vi su brazo y tenía los huequitos de inyecciones, me aterré. Yo traté de irme pero cerraron la puerta con seguro y uno se paró ahí para impedir que yo saliera y todos me decían que no sea boba, que pruebe eso, que te hacía sentir increíble. Yo sabía que eso era algo malo pero tenían toda la cara de que si no lo hacía me iban a pegar o algo. Pero no quería probarlo. Antes de que pudiera hacer algo (seguramente no correr ya que la puerta del baño estaba cerrada con seguro) me dieron un puñete que de seguro me dejó inconsciente pues hasta ahí me acuerdo.

             Cuando me desperté estaba tirada en el piso de un callejón con todo mi pelo en la cara y se sentía pegajoso, ahí vi Ana y un niño al cual no reconocí ¿Quién era él? ¿Qué hacían?. No podía entender lo que veía y me quería matar de la risa, todo se veía chistoso y no podía borrar la sonrisa de boba de mi cara. Pero todo era muy raro, se veía tan colorido y bonito. Y yo me sentía increíble, como si estuviera flotando. Era raro. Iba a preguntarle a Ana que había pasado pero ella estaba más volada que yo y con un niño ¿se estaban besando? A parte de eso mi boca no se movía, me sentía toda grogui. ¡AHHHHHHHHH! Quería gritar, no me gustaba sentirme así. Todo era tan bonito y borroso. Me dejé caer. Estoy segura que soy la primera persona que no le gustó drogarse, pues si me preguntan es una sensación increíble pero tiene consecuencias que no necesitaba.

             De ley me quedé dormida porque la siguiente vez que estuve consiente estaba en el cuarto de Ana, y no tenía idea de cómo había  llegado hasta allí. Le pregunté qué había pasado, y cuando me contó que me habían dado heroína y que un niño de 17 años me había robado el celular y había tratado de violarme mientras estaba incosiente pero ella lo detuvo, por supuesto estaba muy brava con ella, ¡Me había drogado, no, peor, había dejado que me droguen! Por lo menos no había dejado que me violen. Empecé a llorar, pensando en que debí haber escuchado a mi mamá, Ana era un pésima influencia, la odiaba. Iba a llamarla pero me habían robado el celular, sin preguntar cogí el de ella y llamé a mi mamá, le dije que me venga a ver en ese momento, y cinco minutos después ella estuvo ahí.

          Aunque yo le dije a mi mamá que nunca más consumiría droga ya que no me había gustado, lo dejamos ahí, y yo ya no era amiga de Ana. Pero si volví a consumirla (las únicas veces que me acercaba a Ana era para pedirle que me dé más) Era una necesidad, no placer ni nada. Necesitaba ayuda, ¡YA! Por algo mi mamá siempre me decía “Mejor tarde que nunca”, aun estaba a tiempo, estaba empezando a hacer cosas desesperadas para conseguirla, y yo sabía que estaba mal pero no podía evitarlo. Llegué al punto de casi robar en la calle a una mujer para poder conseguir aunque sea un poco. Al principio me costó y a ese punto yo hacia lo que sea por conseguir un poco de heroína, pero mi mamá me decía “Tranquila, hija, más vale paso que dure que trote que canse, esto tomará tiempo y tienes que tener voluntad y paciencia” pero yo ya quería que todo acabe, aunque era muy, muy, difícil, casi imposible diría yo. Pero no podía darme el lujo de distraerme y no seguir bien la rehabilitación, por que como dicen “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente” lo cual quería decir que si yo no colaboraba y ponía de mi parte volvería al vicio. Fueron los meses más difíciles de toda mi vida, sin heroína yo me quería suicidar, era lo peor, la necesitaba. Pero no quería que mi vida se vaya así nomás por culpa de una mala compañía y mala influencia (Ana)

               Después de un año y medio yo ya había vuelto a la normalidad, pero nunca más me volví a acercar a Ana. Y espero que nunca más a mi compañera de esos oscuros meses.