Había una vez una señora llamada Leticia que tenía una bella hija llamada Camila, ellas eran muy unidas y vivían en un barrio pobre en New Jersey. Camilla tenía 14 años y era muy buena hija, ayudaba a la mamá, hacía la comida, limpiaba la casa y ayudaba a hacer deberes a sus hermanos que tenían 4 y 6 años.
Una mañana Leticia salió al mercado a comprar comida y vio a un señor vendiendo la lotería, ella no estaba segura si comprar o no, pero ella tenía la esperanza de alguna vez ganar para tener más comodidad y brindar una mejor vida a su humilde familia. Ella con mucho esfuerzo compró un guachito y con mucha fe se fue a rezar a la iglesia, ya que necesitaba esa plata para sus deudas. A las mañana siguiente se levantó y prendió la radio para escuchar el número ganador del guachito, cuando se dio cuenta el numero ganador era el de ella, se puso muy feliz y fue a cambiar para que le den la plata.
Ella compró una nueva casa, les compró ropa nueva a sus hijos, los cambió de colegio a un aniñado de New Jersey y contrató una niñera para sus hijos. Su hija Camila ya no hacía nada, llegaba a la casa a hablar por teléfono, a comer, a bañarse y a dormir ya ni siquiera le daba cariño a su mamá, salía todos los días, regresaba a las 11 de la noche, no quería ir a la iglesia y siempre renegaba. Leticia estaba muy preocupada siempre le hablaba pero Camila no le hacía caso, hasta que un día se arto, se encerraron en el cuarto, la sentó sobre la cama y le dijo: “¿qué te está pasando? Y Camila le respondió: “nada”. Al día siguiente Leticia muy brava fue al colegio para ver qué estaba pasando y le dijeron “Quien se junta con lobos aprende a aullar”, pues Camila se estaba llevando con las niñas malas del colegio. Leticia fue brava a la casa y le dijo: “Dime con quién te juntas y te diré quién eres” y Camila le respondió “soy la misma de siempre mamá”, Leticia le dijo”no, ya no me ayudas, no compartes con la familia, ¡ya no eres la misma!”.
En el colegio ella empezó a hacerse muy creída así que sus amigas empezaron a alejarse de ella, ya no tenía con quién pasar en el recreo ni nadie con quién poder conversar. Después de algunos días entregaron la libreta, Camila se la enseñó a Leticia, ella se quedó sorprendida pues se quedó decepcionada, Camila tenía bajas notas por eso Leticia le dijo “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”.
Poco a poco Camila fue razonando y se dio cuenta de que ella estaba actuando muy mal, que tuviera más dinero que antes no significaba que ella ya no ayudara más a su familia así que decidió poco a poco ir cambiando porque “Más vale paso que dure que trote que canse”, así que lentamente ayudaba de nuevo a su mamá y a sus hermanos.
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